El poder de la elección
Hola a to@s mis querid@s amig@s!
Durante la primera semana de mi vuelta a la actividad intraoperatoria, viví una de esas experiencias que como persona no pasa desapercibida y que me dio pie a realizar la reflexión y a escribir esta nueva entrada al blog.
Una experiencia de gran impacto sobre la comunicación hacia la familia del paciente que entra al quirófano para ser intervenido de una colecistectomía por laparoscopia por ejemplo y que sale del área quirúrgica sin realizarse la operación por sospecha de una neoplasia.
Es para el cirujano y todo el equipo presente, un imprevisto que provoca momentos críticos en la toma de decisión por parte del que tiene en sus manos los instrumentos estériles para proceder, y de la que el resto del equipo de salud se encuentra expectante para conocer de qué manera corresponder. Decidir despertar al paciente de la anestesia e informar a la familia del suceso, con la finalidad de realizar el estudio pertinente y el seguimiento adecuado antes de realizar el procedimiento quirúrgico idóneo en este caso, es toda una experiencia que favorece la reflexión para mejorar la atención.
Se vive por instantes un ambiente de miedo y poder que lleva a mostrar la comunicación de una determinada manera...
La noticia es de alto impacto para la familia dado que cuando tienes al familiar dentro de quirófano para sacarle la vesícula por ejemplo y te avisan para informarte de cómo ha ido la intervención pasados pocos minutos de haber entrado, la mente te lleva a pensar nada bueno. Y es que está mentalizada de manera que esperaba que el cirujano le dijera que la intervención de la vesícula ha ido muy bien, por lo que que recibir la noticia de que no se ha realizado la operación acordada porque existe sospecha de un cáncer, son dos malas noticias en una y que ninguna de ellas se espera recibir; no lo han operado y puede que tenga un cáncer. Es clave aquí el papel de la enfermera y la comunicación que presta si está presente mientras el cirujano da la noticia.
Siempre me he preguntado el motivo por el cual, tras una intervención quirúrgica que finaliza, es el cirujano el que muestra la cara, en representación del equipo multidisciplinar,o no, para dar la información de cómo ha ido la operación. Me he preguntado incesantes veces, sobretodo cuando las noticias no eran las esperadas por la familia, por qué la enfermera, que tiene la competencia de acompañar al paciente y la familia en el proceso quirúrgico y en sus cuidados, no tiene el hábito de atender a la familia cuando se le da una noticia de esa índole. Si el cirujano puede traspasar las barreras de la infraestructura para mantener una asepsia correcta en el circuito quirúrgico sin que ésta sea un problema para dar información a la familia, tampoco lo es para la enfermera ayudante de anestesia o la enfermera instrumentista. ¡Esto ya ha dejado de ser excusa!. ¡El cirujano y la enfermera deberían ir de la mano!.
He salido muchas veces del esteriotipo de enfermera quirúrgica (servir al cirujano) y por ello en los casos que he considerado imprescindibles he acompañado al cirujano en el momento de comunicar la noticia. Es realmente enriquecedor tanto para la familia por tener la oportunidad de manifestar sus emociones con la escucha activa de un profesional como la enfermera que la acoge, como para la propia enfermera que con tal experiencia enriquece su persona y la convierte en más humana a pesar de realizar su actividad en un medio tan aséptico y estéril.
La enfermera quirúrgica no debería dejar en el olvido su atención continuada en el proceso y debería hacer valer tal competencia también en este medio aséptico para que se de en las condiciones adecuadas.
Cuando las personas experimentamos emociones positivas, nos aumenta la capacidad para resolver problemas y enfocar la mente. Aumenta la producción en el cerebro de uno de los principales neurotransmisores del bienestar, la Dopamina. Son varias las investigaciones realizadas que llegan a dicha conclusión.
Los pensamientos positivos, además, no sólo rescatan el cuerpo sino que también mejoran el funcionamiento mental, el que a su vez mejora la bioquímica cerebral.
Ésta inspira pensamientos positivos y comienza nuevamente todo el proceso. Se genera así una espiral hacia arriba que es tan potente como la que se genera hacia abajo con los pensamientos negativos. Una espiral sana (inspira) y la otra "mata" (bloquea).
Deberíamos preguntarnos frecuentemente como embajadores de la salud y el bienestar:
¿Qué experimentan emocionalmente las personas que se preparan para una operación?
¿El equipo de salud contempla las emociones de la persona que atiende en sus cuidados y curas quirúrgicas? ¿De qué manera se comunica con el paciente que entra al quirófano? ¿Y con la familia?
Es frecuente escuchar por el anestesista, el "Dormicum" les deja tranquilos y luego no se acuerdan de nada; venga, ¡vamos por faena!.
También lo es que la enfermera se mantenga al margen y esté más centrada en la preparación de la mesa quirúrgica, del instrumental estéril y del fungible o de la medicación necesaria para mantener la seguridad del paciente en el área quirúrgica que de si el paciente está gestionando bien su miedo ante la vulnerabilidad que pueda sentir en este ambiente frío, técnico y estéril.
Pero lo cierto es que es también nuestra responsabilidad como equipo de salud el facilitar a la persona que pasa por un proceso quirúrgico y a la que vamos a intervenir de una cirugía, que se encuentre situado en esa espiral hacia arriba durante el mayor tiempo posible. Ahora bien, ¿lo estamos haciendo? y ¿cómo lo hacemos?.
Quizás digas implícitamente "pero si eso yo ya lo hago dentro de mis tareas cotidianas" o quizás explícitamente lo hagas diciendo "esta actividad no es de mi competencia, no soy psicólogo".
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Engranaje continuo del proceso quirúrgico |
Desde el momento que somos conscientes del papel que ejercemos como participantes de dicho proceso y del rol e influencia que tenemos sobre la persona que atendemos, incluso a las puertas del quirófano, no es lícito dejar pasar nuestra inconsciencia de todo aquello que con nuestras manos y nuestro corazón podamos favorecer para mantener esa espiral positiva de pensamientos y emociones positivas que van a asegurar el correcto curso del proceso y el bienestar de la persona.
Contribuir así al desarrollo quirúrgico con una mayor fiabilidad y seguridad para contribuir al mejor pronóstico para la persona que se opera es responsabilidad de tod@s los que participamos en el proceso, incluso del propio paciente. Está claro que aquella persona que se enfrenta al proceso con una actitud positiva, optimista y creyendo que mejorará su calidad de vida trascendiendo la experiencia quirúrgica, obtiene mejores resultados. No se presentan riesgos potenciales en el intraoperatorio tan frecuentemente o complicaciones como infecciones por ejemplo en el postoperatorio como en aquella persona que entra con inseguridad, miedo, desconfianza y desinformación del proceso por el que se siente forzado a pasar.
Por otro lado, vivimos en una cultura temerosa, obsesionada por la supervivencia y estamos acostumbrados a hacernos preguntas equivocadas o al menos poco favorecedoras para el fin que queremos. Es en este caso, que la persona que pasa por el proceso quirúrgico tiende por lo general a hacerse preguntas negativas, básicamente por ese ambiente de temor cuando se habla de tener que entrar en un quirófano (miedo a la muerte, miedo al dolor, miedo a la soledad, miedo a la incertidumbre...).
Por todo ello deberíamos reconocer nuestro papel como profesional integrador de las curas y cuidados y de nuestra responsabilidad en mantener una saludable mentalidad en la persona que hace frente a la cirugía mediante una comunicación terapéutica.
La Comunicación Terapéutica es una manera de ver al ser humano y una metodología para trabajar con lo psico-social, con lo que no es el cuerpo. Es sabido que los aspectos emocionales, psicológicos, culturales, sociales y familiares del paciente son de primordial importancia en relación a su salud y también lo es cuando el mismo pasa por el proceso quirúrgico para restablecer su salud.
Clara Valverde nos lo cuenta en Equipo Aquo y donde podéis encontrar material y recursos de interés.
Es nuestra responsabilidad saber comunicarnos de forma saludable con el paciente, haciendo preguntas diana que le lleven a responderse saludablemente teniendo pensamientos positivos (ciclo espiral hacia arriba que lleva a sanar).
Para mi es una "negligencia emocional" el decir a la persona con miedo que no lo tenga; "no tengas miedo que no es nada..." o el preguntarle directamente si tiene miedo porque automáticamente reaccionará, con más miedo valga la redundancia, diciendo que no lo tiene, simplemente con el fin de sobrevivir.
Así pues ya no tenemos excusa, querer hacer pasar desapercibido lo que es obvio por tod@s mirando hacia otro lado para no hacernos responsables ha dejado de ser una realidad dentro de quirófano y fuera.
Es hora de coger el toro por los cuernos y formarnos en esta área para aprender cómo gestionar las propias emociones y las de las personas que atendemos, así como a reflexionar proactivamente para favorecer el contexto quirúrgico adecuado tanto para trabajar más felices y asistir mejor a las personas que atendemos.
Tod@s tenemos ese poder de elegir una espiral hacia arriba o una espiral hacia abajo en todas las facetas de nuestra vida.
También en elegir de qué manera vivir la experiencia quirúrgica dejando en manos del equipo multidisciplinar el cuerpo físico pero manteniendo el propio empoderamiento como persona sin necesidad de cederlo ni de apropiarse de él por parte del equipo de salud. Algo así como mantener las riendas del alma eligiendo desde esa libertad que tod@s poseemos para tener pensamientos positivos.
Elegir es agradable, simplemente debemos aprender a hacerlo y convertirlo en un hábito, no sólo en una opción. Es agradable para la persona que se enfrenta a una cirugía, y también lo es para nosotros como equipo de salud. Como todas las herramientas de la felicidad que deberíamos tener en cuenta también cuando nos vamos a operar o cuando asistimos a aquel o aquella que se tiene que operar, es intrínsicamente satisfactorio.
No hay nada igual de satisfactorio que dar las órdenes en la propia vida. Es mejor que esforzarse por caer bien a las personas haciendo siempre lo que ellas eligen y como profesionales sanitarios lo deberíamos tener en cuenta a la hora de hacer promoción de la salud y de realizar nuestras actividades, también dentro de un quirófano.
Anímate a contarnos qué tipo de comunicación mantienes tú con las personas enfermas que atiendes.
Si trabajas en el área quirúrgica, pregúntate de qué manera podrías hacer cabida a la comunicación con el paciente y la familia del proceso que viven y del que tú eres parte integrante por las tareas que realizas. Seguro que encontrarás momentos enriquecedores con la nueva práctica que incrementarán tu motivación y harás de tu día a día en el quirófano, un día más feliz .
Es hora de salir de lo automatizado porque siempre se ha hecho así y crear aquello que ya sabemos es útil, sano y sostenible en el tiempo!
Un saludo!
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